Tazas

Azufaifo – La Fruta de la Inmortalidad

Colección Vida Eterna

El fruto es el jujube, jínjol (jínjoles en plural), azufaifa o azofeifa, una drupa comestible con aspecto de oliva, de unos 2 o 3 cm de longitud, de forma elipsoidal o globosa, con una sola semilla. La piel del fruto es inicialmente de color verde claro y toma un color marrón rojizo cuando está maduro. Se trata de un árbol de tronco tortuoso, ramas llenas de espinas, hojas alternas, festoneadas, y flores pequeñas y amarillas.

La madera de jujube (Ziziphus jujuba) es ligera y sólida, con una textura simple y fina, material duro y resistente a la putrefacción, elementos de madera que no son calientes en verano ni helados en invierno. Por lo tanto, es adecuado para comer utensilios.

Es utilizada en Aragón, Cataluña, Comunidad Valenciana y Baleares para hacer instrumentos musicales como las grallas o dulzainas y las tenoras.

En la medicina tradicional china, los Jínjoles se emplean para reducir el estrés y producir un estado mental de calma.

El azufaifo, que se conoce también como ‘la fruta de la inmortalidad’, contiene numerosos nutrientes, que incluyen el magnesio, el potasio, el cobre, el calcio, la niacina y además cuenta con un mayor aporte de vitamina C que cualquier otra fruta cítrica. La corteza y las hojas se han empleado para elaborar preparados astringentes mientras que el fruto puede tener efectos laxantes.

El arcángel Gabriel, que acompañaba a Muhammad en esta ascensión, le dijo: «Si avanzo más allá de ese límite, me quemaré por la transfiguración divina (Tayallî) pero tú, tú estás invitado, adelante”. Gabriel le indicó así el camino más allá del azufaifo para llegar hasta el umbral de Allah, al que ni siquiera él podía acceder.

El azufaifo es un arbusto considerado bendito en el Islam, por la referencia que hacen de él tanto el Corán como la tradición profética. El Corán también hace referencia a él como una de las plantas del Paraíso. Así lo menciona la Sira, o vida del Profeta del Islam, en la descripción del Mir’ay, o ascensión de Muhammad al Cielo. En este fabuloso viaje espiritual, el límite con la Presencia Divina lo marca, en palabras del Corán, “El azufaifo del Confín, junto al cual se encuentra el jardín de la Morada” (53/14-15).

La tradición oral recoge también que la corona de espinas de Jesús en la pasión estaba confeccionada con ramas de Azufaifo. De hecho, la forma y multitud de bifurcaciones de su ramaje, permite perfectamente confeccionar ese tipo de círculo.

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