La ParticularidAd singulaR del Silencio

La ParticularidAd singulaR del Silencio

– es todo lo que dice –

 

Nací y Morí, el mundo ha cambiado, lo percibo en la mirada, lo siento en la piel y lo huelo en el aire, he vuelto a NaceR.

      Mucho cambió entonces, pero volví para recordarlo.

     Todo comenzó con una Vida plena, una Vida que fue forjada a base de extremos, los más emocionales y sentidos de los sentimientos, vividos y sufridos en cada una de sus formas, los más físicos y radicales de los retos tanto familiares, deportivos, laborales, cómo vitales desde la infancia, sin miedos y repletos de inquietudes.

      Aprendizajes llenos de heridas y cicatrices a través de mis diferentes cuerpos, desde el físico, el mental y el emocional.

Todas y cada una de las heridas creadas a mi cuerpo físico al no ser consciente de las heridas emocionales y espirituales, por no saber gestionarlas y menos como sanarlas.

      En aquella Vida residía mis ganas de Vivir y la voluntad de Morir, en igual medida, pero todas esas heridas fueron marcando mi camino, pues no podía ser de otra forma en el monte del destino, La Unidad había escrito y yo elegido en secreto la senda a recorrer.

      Y en el olvido derramé cada gota de sangre y cada sonrisa.

Sufrí y Disfruté, Lloré y Reí, Fracasé y tuve éxito, me caí y me levanté, me volví a caer y me volví a levantar. Fueron 42 años de plenitud.

      Mi Vida ya no estaba en mis manos, como si alguna vez lo hubiese estado, y tuve la oportunidad de sentir como se desvanecía en un sueño dulce, me estaba muriendo a voluntad de algo que no era yo, y aquel hecho fue facilitado por mi hermano ya muerto quién me acompañó en el tránsito a la Vida después de la Vida, inmortal junto a mi abuelo materno las figuras reconocidas que estuvieron conmigo en el Viaje a La Unidad.

      Un día soñé que era alguien, oigo violines y tambores del cielo cuando sus alas envuelven los errores del ayer, oigo el susurro de las nubes donde sus alas me protegen de la fragilidad del mañana.

      Un día soñé que era alguien, reinaba sobre mi VidA y era libre, creía decidir cada instante, opinaba alegremente, me enorgullecía de mis respuestas seguro de mi camino, y la Muerte llegó.

      Un día soñé que era alguien, lideraba mi destino, superaba cada reto impuesto por mí o por fuerzas extrañas, sin miedo la VidA pasaba, inconsciente dejaba atrás los fracasos y la Muerte llegó.

      Un día soñé que era alguien, volvía cada mañana con más fuerza, me dejaba llevar por la inercia de la rueda del ratón y la Muerte llegó.

      Un día soñé que era alguien, el sol cegaba mis ojos, el calor humedecía mi cuerpo, un pie delante del otro creaban mi camino sin destino aparente, me encontraba perdido y la Muerte llegó.

      Un día soñé que era libre, encontré el sendero sin quererlo, cerré los ojos y todo se tornó LuZ y entonces todo lo que soñaba se hizo RealidAd.

      Un día soñé y la Muerte llegó.

      Y con la Muerte y el camino recorrido por el viaje después de la Vida llegan los dibujos, entre el pasado y el futuro en un eterno presente.

      Líneas, letras y números, un lenguaje universal desde el AmoR en la Unidad, la Fuente de toda ConcienciA.

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